Asmáticos fuera de control

Dos de cada tres enfermos no cumplen correctamente el tratamiento prescrito

imagesSufrir asma no impide llevar una vida normal y plena, incluida la práctica de un deporte, si se sigue el tratamiento indicado. Sin embargo, dos terceras partes de los pacientes no están bien controlados y más de la mitad incumple el tratamiento que el médico le ha prescrito. Unas veces por falta de formación, otras porque el paciente niega la enfermedad, a veces por fobia a los corticoides, el resultado es un muy deficiente control de esta dolencia crónica que inflama los bronquios.

El problema no es menor. El asma afecta en España a más de dos millones de adultos y a medio millón de niños, con un coste de 1.672 millones de euros al año, a razón de unos 2.000 euros por paciente. «Todavía es una enfermedad estigmatizada. Pacientes adultos, padres y niños asmáticos tienen cierto miedo de decir que sufren esta dolencia. Por tanto, el primer paso para cumplir el tratamiento es asumir el asma como se asume una diabetes o cualquier otra enfermedad crónica», afirma Tomás Chivato, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

Las niñas obesas tienen más riesgo de sufrir asma de adultas.

Muchos adolescentes no utilizan los inhaladores por pura vergüenza.

Además, se produce un mal uso de lo inhaladores: «Muchos de los adolescentes no los utilizan por vergüenza. Los adultos, en cambio, abandonan la terapia porque se cansan o por miedo a los corticoides, una fobia que no está justificada. En primer lugar, porque los fármacos tienen que cumplir su función y, además, no es lo mismo tomar corticoides intramusculares u orales que inhalados, que son dosis mucho más bajas», añade.

Los síntomas de la enfermedad -tos, dificultad respiratoria y ruidos del pecho- son sólo la punta del iceberg. Lo que subyace debajo es una obstrucción y una hiperreactividad bronquial, es decir, una reacción exagerada del bronquio al aire frío, a las infecciones, a los cambios de temperatura y al humo del tabaco, que cursa como una inflamación bronquial.

El asma presenta una gran variabilidad. No hay dos enfermos iguales porque el proceso puede tener una intensidad leve, moderada o grave, puede ser intermitente o persistente y de carácter alérgico o no alérgico. Los expertos consideran que el asma está controlado cuando el médico administra la terapia adecuada y el paciente cumple todas las indicaciones, tanto en etapas de crisis como de mantenimiento.

Según una encuesta internacional presentada a primeros de mayo en la que han participado 1.800 pacientes de nueve países, incluido España, uno de cada tres reconoce que no sigue la medicación de acuerdo con las indicaciones del facultativo. El principal incumplimiento es el abandono del tratamiento en cuanto remiten los síntomas. Muchos pacientes creen que no es una enfermedad tan grave como para tomar la medicación de forma continuada. En concordancia con ello, más de la mitad de los asmáticos españoles describen su asma como ocasional, mientras que sólo el 17% la considera una dolencia crónica.

Las consecuencias de esta actitud se dejan sentir pronto. El trabajo, desarrollado por el Grupo Respiratorio Internacional del Asma (IPCRG, en sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de Médicos de Familia, constata que dos de cada tres afectados perciben que el asma le impide llevar una vida totalmente normal, que les afecta a la hora de hacer ejercicio o de dormir y que interfiere con sus actividades de ocio. La investigación también desvela que los enfermos no conocen bien su dolencia, y, de hecho, muchos afirman que les gustaría saber más sobre los desencadenantes del asma, cómo actuar ante una crisis y cómo prevenirlas. Lo que más preocupa a los enfermos, según el trabajo, es la manera en que les afectará el asma en el futuro y la posibilidad de sufrir un episodio crítico (www.theipcrg.org).

A Giovanna Gabriele, directora del Foro Español de Pacientes, no le ha sorprendido el alto índice de incumplimiento de los tratamientos. Estudios comparativos sobre la situación en distintos países ponen de manifiesto que existe un desequilibrio entre la percepción del asma que tiene quien lo padece y la que tienen los especialistas.

En un panel de expertos ingleses publicado en la revista Biomed Central Pulmonary Medicine en 2007 se exponen una serie de directrices a los médicos para mejorar el control del asma: utilizar las herramientas de diagnóstico apropiadas, identificar las razones, tanto clínicas como de comportamiento, por las que el paciente incumple la terapia, y consensuar con él el tratamiento teniendo en cuenta sus preocupaciones y estilo de vida.

Pero si muchos tienen una percepción errónea de lo que es el asma, también es equivocada la percepción que muchos médicos tienen del grado de control. Un estudio español publicado en Journal of Asthma en 2007 constata que el 67% de los asmáticos no está bien controlado, mientras que más de la mitad de los médicos y enfermos, y en mayor proporción estos últimos, creen que sí lo están.

«El estudio muestra que la percepción que tienen muchas personas afectadas de asma no es fiable, y que la impresión del médico es insuficiente, por lo que hay que utilizar datos objetivos, cuestionarios estandarizados y pruebas como la espirometría para comprobar que el paciente está bien controlado», apunta Vicente Plaza, coordinador del Área de Asma de la Separ (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica).

La espirometría es la técnica diagnóstica que mide la capacidad pulmonar. Su utilización es todavía muy limitada en algunas zonas de España. Pero quizás lo más preocupante es que no se realiza en la mayor parte de los servicios de Urgencias. María Teresa Bazús, neumóloga del hospital Central de Asturias, insiste en la importancia de realizar esta prueba. Un estudio con mujeres embarazadas atendidas en el servicio de Urgencias por una crisis asmática muestra que si sólo se les hace el reconocimiento y el historial médico, únicamente un 19% quedan ingresadas, mientras que si se les practica además una espirometría, el porcentaje asciende a más del 60%. «Si no medimos la obstrucción bronquial no podemos conocer la gravedad del paciente», subraya Bazús.

La incidencia del asma puede aumentar además a causa de la actual epidemia de obesidad. Estudios científicos han demostrado que las niñas obesas tienen más probabilidad de sufrir esta dolencia de adultas y que las de más difícil tratamiento, conocidas como asmas rebeldes porque no responden a las terapias, no se controlan hasta que no se trata la obesidad.

Un coste muy elevado

El coste del asma representa una importante carga económica en los países desarrollados y el mal control de la enfermedad consume el 70% del gasto total. En España, el tratamiento del asma en pacientes adultos cuesta 1.672 millones de euros, una media de 1.950 euros por paciente.

El 84% de este coste corresponde a gastos sanitarios, según datos del estudio Asmacost, realizado por la (Separ). Los datos revelan que los medicamentos (27,9%), las pruebas médicas (24%) y los ingresos hospitalarios (17,5%) se llevan la mayor parte del gasto sanitario mientras que el absentismo laboral o escolar (9%) y los desplazamientos al servicio de Urgencias (6,6%) consumen casi la totalidad de los no sanitarios.

Los resultados del trabajo también muestran que el coste es mayor en pacientes con asma grave; en mayores de 65 años, y en los que viven en la zona sur. También muestra otro dato muy preocupante: el 7,5% de los enfermos son fumadores activos.

«El coste del mal control del asma depende de las características individuales del paciente y del grado de implicación personal para seguir el tratamiento, pero también del modo y manera en el que se le explica la enfermedad y las terapias», concluye Eva Martínez Moragón, neumóloga y coordinadora del estudio.

Giovanna Gabriele, del Foro Español de Pacientes, se suma a estas conclusiones: «El control del asma es una asignatura pendiente. Se necesita un abordaje coordinado e integral, profundizar en la educación y en la relación médico-paciente, y desarrollar estrategias que incorporen el punto de vista del enfermo».                                                                                            Fuente: «EL PAIS»